Adaptándose a la madre naturaleza
Durante los primeros años de la colonización de Caburgua los campesinos sembraron trigo en las cenizas de tierras quemadas por el roce. Las cosechas fueron abundantes. Sin embargo, los suelos delicados, las lluvias copiosas y el terreno inclinado causaban una rápida erosión.
Después de pobres cosechas los campesinos comprendieron que las tierras servían solamente para el pastoreo de animales.
Las vacas y las ovejas se sostenían con los pastos mientras las cabras disfrutaban con las hojas de la zarzamora. La gente de más recursos y la más precavida construyó galpones para guardar heno para el invierno.
La cosecha del heno era una actividad alegre que se celebraba con viajes en carretas adornadas con flores.
Volcán Villarrica: un barómetro único
Mirando de Caburgua hacia el sur, el Volcán Villarrica domina el panorama. Tallado a la perfección, cubierto de nieve, pero siempre activo, el volcán diariamente ofrece un pronóstico del tiempo. Cuando el viento sopla el humo hacia la Argentina, significa buen tiempo. Cuando el humo forma un sombrero sobre el cráter, señala que pronto va a llover. Cuando el humo gira al oeste, un viento seco llamado el Puelche trae por lo menos tres días de buen tiempo. Al virar en dirección contraria, la lluvia está en camino.
Los espíritus autónomos
Las erupciones del Volcán Villarrica pueden ser devastadoras o benignas. Los mapuches creían de que Pillán, el espíritu de la tierra, vivía en los cráteres de los volcanes. El nombre del volcán Villarrica, según los Mapuches, fue Rucapillán (Casa del espíritu). Al este el volcán vecino todavía se llama Quetrupillán (Espíritu decapitado) lo que es su nombre mapuche.
Hace años está apagado. Todo lo contrario es la actividad de Villarrica que ha hecho cuatro erupciones desde 1964. En aquel año destruyó la mitad del pueblo de Coñaripe al lado sureste del volcán. A fines de diciembre de 1971 una erupción voluminosa de cenizas y arenas bajó por el Río Turbio destruyó un puente, los campos, y cortó las vías de comunicación entre Caburgua y Pucón. Otras erupciones espectaculares pero menos dañinas ocurrieron en 1984 y 2015. Afortunadamente, por su elevación, el valle de Caburgua queda más alto que los aludes del volcán y asegura de que las erupciones no suben hacia el lago. Por lo tanto la gente de Caburgua tiene un magnífico balcón para mirar los fuegos espectaculares.
Desde cientos o quizás miles de años numerosos conos de cenizas volcánicas aparecieron en el paisaje de Caburgua, pero ninguno está activo. Actualmente están cubiertos de bosques. Sin embargo Caburgua como todo Chile es vulnerable a los cataclismos telúricos que son los terremotos. Un calendario muy conocido por los vecinos es el de estas terribles catástrofes.
En el año 1939 la ciudad de Chillán fue el epicentro de un terremoto gigante. Vecinos de Caburgua recuerdan que la cordillera tronaba, el contenido de las casas se volcaba y los caminos tenían oleaje como si fueran ríos embravecidos.
En 1960 Valdivia fue el epicentro de un devastador terremoto. En aquel tiempo en Caburgua, árboles gigantes cerca del lago, cayeron encima de las casas. El mismo lago hervía y se movía como el agua en una taza de té. Casi salió de su ribera. La gente se caía al suelo y no podía pararse. Dado al ruido y al enojo del terreno parecía que el mundo se acercaba a su fin. Construcciones de madera como casas, galpones y fogones hacían mucho ruido pero pocas cayeron. No había edificios de varios pisos. Los animales se inquietaron pero rara vez rompieron las cercas.