Comienza el cambio
Hace años los vecinos de Caburgua y funcionarios del gobierno conversaban de la necesidad de mejorar el camino al Lago Caburgua para convertirlo en un centro de turismo. Pero una realidad desalentadora era de que apenas cuatro personas eran dueños de vehículos. Tito Fonseca tenía un camión Ford nuevo que utilizaba para llevar carga y personas. Sus viajes nocturnos formaban parte de las leyendas de la zona. Gente de Caburgua que se encontraba en Pucón, esperaba toda la tarde para viajar en el camión de Tito.
Llegaba la noche y algunos habían tomado unos cuantos traguitos. Como ellos se sostenían en un camión que iba sin baranda y subiendo por un camino lleno de hoyos, sólo Dios sabe. Una vez se encontraron con un jinete montado en su caballo pero botado en el camino. Tito lo examinó, se dio cuenta de que el jinete había tomado demasiado, lo levantó a él y al caballo también. Aturdido el jinete ensilló y se fue. Los pasajeros del camión quedaron atónitos con la escena.
Werner Bratz y Pepe Grammer tenían Jeeps de la década del 50 y Teodoro Mättig tenía un Ford de los años 40. Cuando ocurrían emergencias ellos llevaban personas a Pucón. Por el valle vecino de Pichares, a unos diez kilómetros distante de Caburgua, corría una línea de buses. Quizás al ripiar el camino a Caburgua podría instalarse un transporte similar.
Al fin en 1965 la CORFO, una agencia del gobierno, envió un buldócer para abrir un nuevo camino al Lago Caburgua. Sin mayores obstáculos removió las tierras y las arenas volcánicas y amplió un trecho ancho. Una parte importante pasó por el fundo de un Sr. Jara quien era un funcionario fiscal. Con el camino hecho, lo que faltaba era ponerle una capa de ripio para evitar la erosión. En verano se levantaban enormes nubes de polvo y en el invierno las lluvias amenazaban con destruirlo.
Según el gobierno no había recursos para ripiarlo. Se les dijo a los vecinos que a ellos les tocaba esta etapa del proyecto. Por dos años la comunidad debatió como con sus rústicas carretas podría lograr una tarea tan grande.
Un regalo inesperado de un político
Después, sin ningún aviso ocurrió una tragedia que se convirtió en milagro. Falleció un congresista que representaba a la provincia de Cautín. El gobierno demócrata cristiano decidió llamar una elección especial para llenar ese plazo.
El partido del Presidente Frei quería aumentar su poder en el congreso. Se le ocurrió que mejorando el camino a Caburgua y promoviendo el turismo en la región de Pucón, podría cosechar votos. El dirigente del camino de Caburgua, Werner Bratz recibió el aviso de las autoridades de Pucón de la buena nueva. Actuó rápidamente y organizó un comité para picar el ripio del lecho del rio Liucura.
La gente trabajó todo un mes sin sueldo. Un derrumbe de ripio se tragó a un pobre obrero, el cual, más tarde enjuició al director del comité por daños y perjuicios. Luego aparecieron los camiones. En menos de un mes cargaron y desparramaron el ripio y se cumplió con el proyecto. Por primera vez en la historia de Caburgua los vehículos podrían pasar por la comunidad y llegar al lago sin importar el clima. Apenas pasó un par de meses y otro adelanto ocurrió cuando se inauguró un servicio diario de microbuses. Causó una revolución para la salud, el comercio y el turismo. Nunca el fallecimiento de un político ha hecho tanto para una comunidad.