El día de Todos los Santos: Rito de primavera
Muy diferente era la conmemoración del día de Todos los Santos. Las familias se reunían más que en otra ocasión.
El día 1 de noviembre ocurre durante plena primavera cuando el tiempo es soleado y se alargan los días. La naturaleza luce sus mejores colores, lo cual simboliza el nacimiento, no la muerte.
Caburgua tiene un cementerio a poca distancia del lugar llamado las Cruces. Casi todos los vecinos fallecidos se encuentran en dicho cementerio. En pocos casos hay tumbas señaladas de piedra o cemento. Es mas común el uso de cercas y cruces de madera. Una persona de la comunidad tiene la responsabilidad de repartir los sitios de entierro pero no recibe ninguna remuneración para podar la vegetación exuberante. Por lo tanto cada familia se encarga de mantener las tumbas de sus seres queridos. Durante la semana antes de Todos los Santos los familiares ejercen esta obligación.
La Madre Naturaleza, sin embargo, tiene otras intenciones para este lugar sagrado. La lluvia junto con la tierra fértil le da una vitalidad a la vegetación que pronto convierte a los arbustos en árboles. Las lilas llegan a varias metros de altura luciendo centenares de flores.
El día primero el cementerio se llena con familiares de todas las edades llevando flores, almuerzos y refrescos. Se reúnen muchas personas que no se han visto por mucho tiempo. Reina la amistad. A diferencia de muchas otras celebraciones se consumen pocas bebidas alcohólicas. Aquel día Lorenzo llevó su máquina fotográfica y varias familias le pidieron que les sacara una foto. Gracias a las invitaciones, estas fotografías llegan a componer una parte del Archivo Visual de Caburgua.
La salud, la enfermedad y los sacramentos
La muerte era mucho mas común en Caburgua que en las áreas urbanas con sistemas de salud modernos. La mortalidad infantil en el campo era especialmente alta. La falta de calefacción y las condiciones no muy sanitarias pronto tornaban un resfrío a una neumonía y una diarrea a una deshidratación crónica. El viaje del campo al pueblo más cercano para consultar con un doctor o comprar medicinas en una farmacia podía durar un día entero.
Una mañana Lorenzo caminaba desde Río Blanco del norte de Caburgua por la costa del lago. Pasó por una casa de campo cuando encontró a dos hombres jóvenes que le invitaron a tomar un trago. Todavía faltaba para mediodía y era un poco temprano para tomar.
Los hombres le contaron de que estaban celebrando que una guagua sin pecado se había ido al cielo. Le invitaron a la casa y le mostraron la guagua muerta y parada en una cajita. Más tarde le narraron de que cuando la guagua se puso grave la llevaron a Pucón a caballo. Fue un viaje de seis horas. Al llegar al hospital ya era tarde y la guagua estaba muerta. Según la tradición, cuando muere una guagua menor de seis meses, como no ha pecado, su alma va directamente al cielo. El papá de la criatura, con un poco de chicha, se mostraba alegre, pero la mamá se veía extremadamente deprimida. Su tristeza no le permitía sentir la consolación espiritual.