Las primeras impresiones
En octubre de 1965 Lorenzo llegó a Caburgua por primera vez. El área parecía poco poblada y los habitantes muy reservados. Sin embargo, al pasar un par de meses, descubrió que un sorpresivo número de personas vivían allí y que eran muy hospitalarios con los forasteros. Hablaban de sus vidas, los desafíos y las posibilidades de cambios. Con su ambiente muy apartado desarrollaron un diálogo profundo y exigente. Tanto las palabras como el silencio formaron parte de las conversaciones e ilustraron la vida de los campesinos de la cordillera chilena del Sur. A través de dichas conversaciones nacieron amistades y un conocimiento sobre las tradiciones de los vecinos de Caburgua. Los diálogos, las fotos y otros materiales de referencia componen el material de este archivo visual.
Historia natural y humana
La historia de Caburgua se remonta a varios siglos. Los primeros habitantes fueron los pehuenches, una subdivisión de los mapuches que habitaron los bosques de la región entre el Océano Pacifico y la pampa argentina. Dichos bosques eran antiguos y muy productivos. El árbol mas importante fue el pehuén que hoy se conoce como el pino araucaria y que produce grandes cantidades de piñones. En otoño cuando maduran los piñones, la gente de Caburgua sube hasta las cumbres de la cordillera donde se encuentran los bosques de araucarias para recoger los piñones en sacos. Hay varias maneras de consumir los piñones. Se tuestan, los muelen, los hierven y los fermentan para hacer chicha. Los piñones todavía se consumen en cantidades apreciables y durante el invierno se venden en los mercados de Pucón.
Los mapuches y su tierra
En los tiempos antes de la conquista, los mapuches sembraban maíz, papas, y otras verduras en las praderas. Usaron el sistema de roce del fuego para limpiar lugares de siembra, pero no fue fácil debido a árboles gigantes como el coihue, el roble, y el raulí que cubrían la región de los Andes. Usando fuego los mapuches hacían canoas para navegar los ríos y los lagos, pero sin herramientas de hierro no podían hacer tablas de construcción. Después de la conquista de esta región, los españoles tampoco aprovecharon bien los bosques porque les faltó maquinaria y un transporte adecuados.